Portugal

Cerrando capítulos – Abriendo caminos.

Y de repente la vida te ofrece abrir una puerta totalmente desconocida, una ocasión de lanzarte totalmente en lo desconocido, en un camino no trazado.

Esto demanda cerrar puertas conocidas y cómodas, como decimos, dejar la «zona de confort», esa que no es precisamente cómoda pero si es muy conocida. Donde sabemos como manejarnos, como interactuar con otros.

Yo decidí dejar esa zona y lanzarme hacia esa nueva etapa desconocida, recorrer con pocas pertenencias los 2000 km que me separaban de mi hasta entonces «hogar».

El camino es una decisión mas que un trayecto, me dije… Y después de todo, nada nos impide dar vuelta atrás, mientras caminamos por nuevas sendas.

A mí se me presentó esto, Portugal parecía ser el lugar indicado para mi recuperación total, salud y mental.

Así que sin mas dudar reserve un alojamiento por un tiempo determinado, hasta ver donde me llevaba mi aventura.

Recorrí campos y rutas, ciudades, países, y al llegar se me abrió un camino montañoso, sinuoso, casi escalofriante, pero no quedaba otra que subir.

Al llegar, la vista y el paisaje dejaron atrás todo temor, todo miedo de avanzar. En cuanto tome posesión de la casa sabia que seria mi lugar de cura.

Aquí descubrí gente, risas, encuentros casuales, abundancia en todo sentido. La gente me sorprendió por su belleza interior, su simplicidad y su generosidad.

Es aquí donde decidí pasar 6 meses de mi vida, acomodándome cada vez mas a las costumbres, las caminatas por monte y llanura, descubriendo mil y una planta tanto aromática como medicinal. Una biblioteca al aire libre.

Una magia que pocos lugares ofrecen, o quizá si, pero este fue el que me llego a mi en un momento de cambios.

Sentada frente a mi hogar a leña como todas las tardes, decidí asentar en papel estos sentimientos. La tarde con esos colores rosa azul son una delicia y tienen un sabor a porto, mientras de fondo suena una música suave portuguesa.

Sabía que este recorrido me daría la experiencia que necesitaba para determinar si este tipo de vida se acomodaría a mi. De que manera dejar la vida citadina me seria difícil o no.

Saber que poco importa aquí si cambias de ropa o zapatos, que la mirada esta hacia adentro.

A veces el resto del camino se presenta mientras andas… hoy no sé, no esta claro donde me llevara el próximo momento, lo que si es seguro que disfruto de todo lo que se presenta aquí e intento grabar en mi memoria y mi retina cada esquina que recorro a diario.

La paz y tranquilidad de esta «aldea » como lo llaman ellos mismos, es sin lugar a duda, la mejor cura que se me podía presentar.
Claro, para ello, era necesario, tener FE, confianza, y avanzar.

Hoy puedo confesar que fue la mejor decisión posible en este momento de mi vida.

Sigo sorprendiéndome de la gente, y la generosidad, de sus risas y cuentos, anécdotas y otras cosas y sobre todo el único « café » de la aldea abierto los domingos de tarde. Donde ser reúnen en la plaza a saborear café, licores y contar historias, y sobre todo sacar la ropa de domingo.

GRACIAS PORTUGAL.
Desde ya será una única experiencia mágica.